En su obra representa a través de la pintura un paisaje; un territorio irresoluto, horadado, uno imposible de ser visto en un único tiempo visual. La mirada es obligada a conocer la obra en la lectura de sus distintas capas o estratos. Así los referentes pictóricos se presentan en su obra de manera sincrética, por lo que podemos encontrar reminiscencias de patrones egipcios, la huella de un mamut, como también un avión suprematista. Estos distintos estratos del paisaje pictórico, se comunican anacrónicamente desde la ruina; desde lo desaparecido y reformado.
En ella podemos ver formas geométricas que marcan un ritmo de coordenadas preestablecidas en contraposición de brochazos gestuales y resueltos. Así en su interacción aparecen superposiciones; calados, reservas, huellas y contrahuellas. El color responde a diversas atmósferas, elegidas casi siempre para resaltar un estado anímico, por lo general festivo y satírico.
El resultado es un paisaje en crecimiento que pareciese estar en curso y que está sometido a distintos filtros, enzimas, amortiguadores sensoriales y lavados. Podemos ver grillas que organizan y cuantifican, fisuras que cuelan y establecen nuevas conexiones, tensiones que atajan durezas, estos son los indicadores de la imagen final de la obra. La obra termina por ser una en la cual la figura-fondo se perciben en alternancia y donde los patrones que marcan las pautas establecidas están llenos de excepciones a la regla, y la acrobacia visual, es la mediación de lo que se ve y condición de este paisaje en curso y resistencia”.
Las técnicas que emplea son mixtas, utiliza pigmentos con los cuales fabrica acrílicos, que una vez puestos en la tela, son tratados con una técnica expresionista de lavado de tela, el gesto es aprendido en su velocidad.