Pop Up que reúne la obra de la artista argentina Manuela Durañona y los Retratos azules del pintor español Andrés Torres Rivas, en un montaje en el que dialogan.
Exploración de lo orgánico de Manuel Durañona
Mi obra se sumerge en la exploración de lo orgánico, viajando desde mi interior hacia el exterior. En un entrelazado de figuras y formas, busco capturar la fluidez y vitalidad de la naturaleza en su máxima expresión. A través de mis creaciones, insinúo la potencia vital que emana de lo natural, permitiendo que el espectador se conecte con la esencia misma de la vida. Las formas mutables y cambiantes en mis obras reflejan la constante evolución y los ciclos presentes en la naturaleza misma, creando así un diálogo entre lo efímero y lo eterno. Es un viaje por este mundo vivo y en movimiento, hacia mundos desconocidos, donde la inspiración fluye de la misma esencia de la vida.
Retratos azules de Andrés Torres Rivas
Concibo el retrato como un encuentro, un dialogo con el otro. Donde la propuesta a la persona es que sea, no que haga.
El azul ultramar es un filtro, un gas que envuelve al sujeto, una atmósfera. Realizado con oleo en barra, el resultado es bruto, tosco pero frágil al mismo tiempo. Los gestos se leen, no hay pincel, es la mano y el gesto brusco contra el papel que contrasta con cierta melancolía de los rostros. El posado de una hora aproximada hace que se rompa una mascara. Es difícil sostener una sonrisa una hora. Frente al instante fotográfico el posado es una especie de fotografía de larga exposición. Un barrido donde la buena forma y las primeras representaciones de la persona acaban cayendo por su propio peso, dando lugar a unos retratos que muestran personas mas vulnerables y abiertas. Un problema es la atención, el estar con el otro sin la mediación de una prótesis como el móvil introduce una melancolía en las miradas, enfatizada por el azul ultramar.
Esta sucesión de mascaras, personas, rostros para sonar, en su conjunto muestran un coro que se queja, que te reta, te interpela, desprovisto de lo cotidiano, viaja para dentro, un dentro con nosotros mismos, muchas veces olvidado y áspero.